La gestión de los sistemas educativos está saturada de procedimientos, de almacenamiento y difusión de información sobre las prácticas escolares. Las planificaciones, los proyectos escolares, los informes de supervisores, las actas de los directivos, los legajos de los alumnos, los cuestionarios y planillas, los informes técnicos sobre resultados de evaluaciones, los informes de las investigaciones producidas por investigadores profesionales, entre otros, son soportes de modalidades convencionales de documentación que los sistemas escolares emprenden y sostienen de manera recurrente y persistente.
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Manuel Guillermo Gallo- Magui
De esta manera, las formas a través de las cuales las y los docentes usualmente dan cuenta de sus prácticas y experiencias pedagógicas, muy a menudo “se cristalizan en una escritura anquilosada, despojada de compromiso y belleza, y que es vivida como una carga o algo que simplemente hay que hacer”
(Suárez, 2011).
En cambio, cuando un/a maestro cuentan experiencias pedagógicas relevantes para sus protagonistas, las historias escolares que narran las y los docentes en primera persona constituyen materiales inigualables para conocer lo que hacen, piensan y sienten quienes habitan la escuela. “Mediante ellos se puede acceder a comprensiones más adecuadas sobre los modos en que se lleva adelante la experiencia escolar” (Suárez, 2011).
Propongo que las/os docentes o estudiantes, narren y cuenten sus proyectos, experiencias, momentos o vivencias escolares a través de videos cortos de más o menos 15 minutos.
La vida cotidiana en las escuelas es peculiar, diversa, policrómática y a pesar de que se asemeja a la de otras instituciones, una mirada atenta al trajinar permanente de sus habitantes, a la multiplicidad y calidad de tareas e intercambios que se suceden, nos devuelve una imagen diferente a la de otros ámbitos.
La sucesión casi sistemática de bullicios y silencios; las formas que adoptan, sus tiempos y ritmos; la convivencia negociada de gentes de diferentes generaciones, sexos, culturas y poderes, les dan a las escuelas una tonalidad muy particular que, aún a simple vista, las diferencia de otros espacios sociales.
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Por Ronal Hoyos Gutiérrez, profesor de STEM en un colegio público en Jardín Tamana, corregimiento de Cáceres (Antioquia)
Vivo en Jardín Tamaná corregimiento del municipio de Cáceres (Antioquia). Es un lugar ameno, placentero y de buen vivir. Aunque no hay empresas que solidifiquen el ingreso per cápita por habitante, es un pueblo que trabaja por conseguir un sustento acorde a sus necesidades.
Este hermoso lugar está bañado por el rio Cauca, del cual muchos habitantes obtienen productos como el pescado y el oro, siendo los principales representantes de la economía jardinera. Su ubicación estratégica permite comercializar productos agrícolas como el plátano, la berenjena, el ají, y el maíz, entre otros. Así mismo, el habitante y/o visitante pueden deleitarse con platos típicos, ya que encuentra, arepas artesanales de maíz, o pueden comerse un buen sancho de bagre, bocachico frito, arroz de célele y, ¡claro esta! Jugos refrescantes de mango, zapote y míspero.
Además, visitar hermosos lugares; nuestro territorio posee una gran variedad de ecosistemas, de fauna y flora, que a pesar del deterioro por la minería y la ganadería intensiva y extensiva se ha conservado, por ejemplo, el bagre rayado, el Tití Cabeza blanca, entre otros.
Sus calles en gran parte son escarpadas y polvorientas, pero eso no impide que nos reunamos en familia y comunidad para hacer de las tardes soleadas y calurosas una oportunidad de goce y diversión, pues los porros se entonan y se bailan con la alegría que nos caracteriza.
Jardín es un pueblo muy resiliente. Un pueblo que ha librado batallas sin fin, que se ha expuesto a desplazamiento forzoso, violencia, amenazas y asesinatos, sin embargo, cada habitante que ha tenido que dejar su hogar vuelve a la casa, al terruño como le decimos nosotros, pues al final del sendero, siempre se vuelve al cauce natural. Todo parecer ser, que enterrar el ombligo en la Quebrada Chingó, en el sector de Agua Linda, en el sector de Polito, o en el parque donde está la esfinge del señor José Atehortúa, causa efecto en quien emigra, pues siempre está dispuesto a regresar.
Somos historia, una historia que muchos prefieren no contar, pero que a nosotros nos ha tocado vivir. Sobrevivimos al conflicto armado usando no más que las herramientas propias de una gran familia: fe, unión, fortaleza y sobre todo esperanza, ya que deseamos que el siguiente día sea mejor que el anterior, tener más oportunidades y seguir creciendo para que nuevas generaciones disfruten de lo que hoy solo es un sueño.