FRAGMENTO DESENJAULADOS

Un libro que recoge voces, experiencias y la imaginación de adolescentes en centros de detención.

Puerto de la Imaginación

enero 16, 2024

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VOLAR POWER
Allánese, allánese. Pssss. Si yo hubiera sabido que allanarse es darles la razón... psss no hubiera copiado. Allánese que yo lo saco en dos meses. ¿Dos meses? Puede ser, pensaba yo con ese abogado que me decía eso. Lo vi cincuenta minutos, no me preguntó nada y no lo volví a ver, pero le firmé y le di la razón con la juez. Una semana pienso que estoy aquí “por mi amor”, o sea porque sí, otra semana que estoy aquí por mariguanero. A veces me echo la culpa de ser tan mariguanero, y uno aquí como dos años. Los primeros seis meses me iba a enloquecer sin la bareta, aunque los primeros dos meses sí conseguí, pero eso es mero visaje, complicado. A uno se le van acabando los créditos.


Yo ya no quiero fumar más mariguana para no dar papaya a hijueputas, tombos, sijinudos; fiscalía no, porque esos no van al barrio. Yo mejor no opino, no quiero saber nada de los enredos de ley o las armas. Ya cuando salga de aquí, bien vestido, derecho, luego para un restaurante en El Poblado, luego el club, unos años después, mi apartamento. Nada de dar papaya en una esquina, es que ahí hacen lo que sea con uno.


Uy, pero voy a extrañar la esquina... Aunque ya uno libre, hace como el comparativo y no importa perder el parche, con tal de la libertad, manejar el propio horario. Pero yo sí pasaba bueno en esa esquina, tenía un hermano involucrado, y un primo muy metido, influyente, entonces me daban ligas y me sentía ahí respaldado. Si me hubieran pedido un favor, se los hubiera hecho, pero nunca lo hicieron, yo solo me parchaba ahí a fumar. Ahí no paraban muchas peladas, las novias de los de más jerarquía, pero a veces llegaban que con la prima, que con la compañerita, y eran como más libres que otras peladas que uno veía distantes, con su barrera de no me mire, y uno se reía, y ellas se reían con uno. Eso era ufff. No fue que pasara nada, pero uno se ilusionaba, ¿sí sabe? 
¿Qué era lo más chimba de ahí? El viento, mentiras, el chimberío, no, no, no, a lo serio, eso no eran tantas peladas y uno a lo correcto, pero recuerdo un par de miradas que uffff. La amistad, uno sabía que la amistad era nítida, uno se emociona con una peladita, pero la amistad con un parcero es todo. Es que son pelados que uno les coge cariño, están ahí, son del barrio. Y uno con un poquito de yerba se relaja y se le quita la pena, se abre y se conecta, ¿sí sabe? Si una pelada prueba un poquito, baja la coraza, baja el escudo. Eso era como un mirador, para divisar, mera vista; la vista de los pobres, yo creo, es más chimba que la de los ricos. Entonces en ese mirador nadie lo estaba a uno mirando, distinto que cuando uno pasa... no sé, por un CAI, un lugar donde hay que gastar, o una iglesia. Uno en el mirador es el que mira. Ahí no se sentía tensión. Yo creo que una sola vez fueros policías a caciquear, claro, ellos tienen que mostrar un resultado, y se cagan en el grupito con menos respaldo... También en la presa fácil. ¿Sabe una cosa? Nosotros ahí nos mirábamos, uno ahí se miraba, celebrábamos las cosas, nos teníamos paciencia.


Yo recuerdo mucho una conversación sobre volar, de qué más se puede hablar si no es de volar, jajajajaja, mentiras, pero el que no haya conversado de volar es que no tuvo amigos. Haciendo memoria, lo que pasa es que la cucha de un primo de un amigo se fue para la costa en avión, entonces así empezó la conversación. Que cuándo íbamos a montar en avión. Que a quién del parche le daba miedo; miedo, miedo, no había, pero como la zozobra si uno se marea, que la vomitada, que la entrada al baño, que si se taquea el baño, que si tiran todo en el aire, que si es muy alto se alcanza a desintegrar, que si de pronto a uno acá le toca una nube lloviendo orines. Pero uno se adentra, ¿sí sabe?, que el cielo azul, el cielo gris, el cielo blancuzco, el cielo estrellado. Alguien dijo algo inteligente: aguantan ventanas arriba, en el techo, esa sería la vista más importante, ver lo que hay más arriba de arriba. Es más bacano en paracaídas, dijo uno, pero no. Eso sigue siendo caer, en ese momento no dimos con la palabra, en esa época no andábamos con celular con datos, el celular ni siquiera era chimba, pero luego yo me pillé que era parapente.


Alguien recordó un mito, que un griego ahí se había hecho unas alas de pájaro. Alguien fue tan bruto... Mentiras, bruto no, se desconcentró, que dijo que el mito se basaba en un héroe así que tenía alas. Ahí llegamos a lo más chimba: ser ave. Concluimos que no importa si era paloma o gallinazo porque volar era volar. Volar es volar. ¿En ese entonces sabe para qué queríamos volar? Para aterrizar a contarle cosas a los parceros, mejor dicho, íbamos a ser aves parlantes. Aunque yo sí entendía que volar le servía a los adultos para salirse de los problemas, pero yo en ese entonces no tenía problemas, no le veía problema a parcharme ahí. Pero los adultos sí, las cuentas y los jefes, pagar y cobrar, yo en ese entonces no. Pero sí entiendo que volar sirve para no volverse adulto, uno a toda ahora preocupado o amargado.


Me condenaron por estar ahí, pero estar ahí fue lo que me permitió aguantar acá, ¿sabe por qué? Si yo no hubiera estado ahí, tantos días, viendo gallinazos volar, no tendría ahorita ese escape de quedarme aunque sea media horita viendo un ave y volándole al lado.


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