Por: Carlos Alberto Montoya
Una particularidad de los acuerdos asignaba al grupo interdisciplinario del programa de rehabilitación el control del censo poblacional y por ende de eventuales nuevas ocupaciones especialmente en el morro de basuras; dicho control se extendía al seguimiento de las construcciones que se autorizaban paulatinamente.
Por esta razón el control de las compraventas de mejoras era una actividad que se seguía con el fin de preservar la ocupación en sitios inconvenientes para los proyectos del programa; en esta actividad se presentó a la oficina un señor con el fin de legalizar una compraventa de un rancho en el sector de Carabobo en el barrio El Bosque. El aspecto del señor, con su rostro rosado y sin afeitar debajo de un sombrero blanco, su acento de montañero, sus manos con las uñas sucias y su olor a tierra de capote, lo identificaban indudablemente como alguien recién llegado a la ciudad desde algún pueblo.
Entonces consideré que era una buena oportunidad de comprender por qué razones un campesino se venía a la ciudad a ocupar un sitio tan sórdido y lleno de problemas como lo era Moravia; lamentablemente no recuerdo su nombre.
¿Buenas tardes señor, cómo está? ¿De dónde viene usted?; yo llegué hace quince días de San Vicente, y vengo a pedir autorización para la compra de un rancho en tal dirección…
¿Puedo preguntarle cuanto va a dar por ese rancho?, dos millones de pesos doctor… Ave María! y cómo consiguió Ud. ese dinero? Es que vendí mi derecho en la parcela allá en San Vicente.
¿Vendiste una parcela en San Vicente para venir a ocupar un rancho en Moravia? ¡No lo puedo creer…! Doctor es una parte, vea es que yo vivía de arrimado en la finca de mi suegro y Ud. debe saber que eso no es lo mejor; lo que vendimos fue el derecho de mi esposa…
Pero al menos tenías donde vivir y trabajar…; ¡eso es un decir doctor!, en realidad trabajo la tierra del suegro y me paga a veces dos días o a veces tres, ¡dependiendo de la cosecha… pero al menos tiene un pago parcial y cuenta con alimentación… y quien le dijo a Ud. que el hombre es solo para comer!… Esta última parte me sorprendió y entonces contra pregunté; ¿Cómo así? ¿entonces para que está el hombre, a que más aspiras?, pues doctor Ud. sabe, la educación para los hijos, salud y recreación, en fin, servicios…
Y agregué, pero Ud. puede bajar al pueblo y vender casi a diario; No doctor es que yo vivo muy lejos del pueblo yo soy campesino estoy en una vereda que está a nueve horas a caballo…
y Ud. ¿Por qué me pregunta tanto, no me quiere aprobar la compraventa? Tranquilo, señor quiero entender bien por qué Ud. dejó su parcela y se viene a Medellín… ¿Y cómo piensa sobrevivir aquí en la ciudad? Doctor ya lo tengo analizado y ya ensayé, vea voy a la Minorista y me prestan dos cajas de mangos y dos cajas de aguacates; yo me hago en una esquina y mi hijo en la otra al frente para poder cuidarlo… ¡y libramos dos salarios mínimos!
Cómo así que le prestan cajas en la minorista explícame eso… mire doctor, me fían esas cajas al día, si no las liquido a las cinco de la tarde no me vuelven a prestar para el día siguiente y así sucesivamente… En este momento entendí como el centro de Medellín es un espacio de distribución complementario de la Central Minorista y que es un mecanismo incontenible, me quedé callado sin palabras… abrumado, impotente.
¿Doctor en realidad quiere saber por qué me vine de la vereda? Y entonces dijo entre sollozos: Es que tenía otra hija de dos añitos y se me enfermó en la noche en medio de un aguacero, le dio diarrea, entonces cogí a caballo y ¿sabe qué doctor? ¡en la mitad del camino se me murió! ¡y entonces yo digo que no se me muere mi otro hijo y por eso estoy aquí en Medellín donde hay muchas oportunidades, ayúdeme doctor, apruébeme la compraventa!
Bajé la cabeza, avergonzado por esculcar las tristezas de este señor…, se me quebró también a mí la voz y apenas pude susurrar ¿Y te venís para Moravia? Si doctor, ese es el costo que tengo que pagar porque sabe, nosotros los campesinos somos gente buena y en Moravia no veo sino maldad… Me quedé callado, desecho, triste por el destino de estos hombres buenos y esforzados, que les toca asumir su vida desde la marginalidad y que le dan soporte a la nación; pero también me puse contento porque comprendí que la generación de viviendas económicas es un reto monumental y que estaba contribuyendo con mi granito de arena apoyando a campesinos y trabajadores, que son una parte importante que soporta la urbe, que la vivienda le da soporte a la ciudad, comprendí de nuevo el poder de la vivienda!...
Mediante la actividad conjunta con el grupo jurídico y social del programa de rehabilitación de Moravia se procedió a anular los derechos a los beneficios que el programa garantizaba al poseedor vendedor de la mejora y a incorporar al Censo como beneficiario y a la elaboración del respectivo carné al comprador, un campesino de San Vicente.