La Mirada de Manel

La Cultura Dalmau

Puerto de la Imaginación

abril 8, 2024

Compartir
En una entrevista por pantallas y sobre cine, justo cuando estábamos hablando de pantallas, la brillante contertulia me mostró su celular y vi a Manel con su gorra vasca de siempre y sus ojos de niño.

Conocí a Manel Dalmau en la Noche del Lobo, un programa de radio virtual en vivo o streaming, cuando no existía la palabra podcasts, o sea en el 2013, hace un siglo. Con casi treinta años no tenía excusa para haber sido tan inmaduro y frívolo como para no aprovecharlo. No recuerdo haberle hecho preguntas y no logré captar toda su generosidad para la amistad que brindaba aunque no mereciéramos. Sí recuerdo que el programa duró pocas semanas, en Morada como espacio físico y virtual, y que era a las once de la noche, y Dalmau tenía un buen rato de concurso de aullidos y una vez lo acompañé a aullarle a una luna que imaginaba sobre ese techo bajo. “Manel tiene una nobleza de lobo de bosque pirineo”1 . A este hombre ibérico (por azar) y antioqueño (por determinación) se entiende en esa Cataluña profunda en los pirineos, en un hotel de montaña —de caza y pesca— de una abuela-madre. Me impresionaba como miraba hacia arriba cuando aullaba, como si de verdad viera una luna enamorada.

Cuando Manel llegó a Medellín, llegando a las palmas se encontró por primera vez con la ciudad nocturna de lejos, y dijo que era una canastica de luces. Aunque no la única, su conexión con el Valle de Aburrá fueron los cine-foros. Una película para ver con la presencia o la memoria cariñosa de Dalmau es Let Me In, de Matt Reeves. Una película de vampiros niños. Aunque su universo cinematográfico no conocía límites, los ciclos en los que más insistía eran en los de terror y donde más jugaba o más persistía era con los vampiros.

“Manel se tuvo que crear un mundo propio para existir.”2

Ver cine de la mano de él era otra cosa. De lo más inolvidable de sus cine-foros o ciclos de cine fueron las películas de terror de bajo presupuesto y hasta torpes. Extraía una humanidad preciosa de lo kitsch en el cine y del fracaso cinematográfica, ser capaz de llegar no sólo a lo dicho sino al deseo ardoroso por otros y otras de decir. Manel encontraba la belleza en la fealdad y nos hablaba del tratamiento del mito en el monstruo del pantano, las momias o los vampiros, para llegar a esa motivación social de las leyendas.

Grabó escenas de la película Bajo Una Lluvia Ajena, escribió con Lucía Estrada sobre Miguel Hernández, locutó ocasionalmente en Latina Stereo, diseñó eventos de canciones y publicó en Universo Centro  3. Aunque registro su amistad con una cafetera, Universo Centro, Latina Stereo y el Matacandelas, no se puede negar que su casa era y será Otraparte. Allí pervive su ciclo de cine con toda su colección de películas y crece un Yarumo con su nombre.

“Manel Dalmau fue una presencia lúdica, amorosa, importante, más que importante vital, en Otraparte. Me parece verlo caminar por acá, ir de la casa Museo al café, aportarle todo su conocimiento, toda su sensibilidad a nuestra agenda cultural. Creó las batallas musicales, las Veinte Canciones en tu Memoria, los ciclos de cine. Manel era un gran formador de lo bello, lo bueno y lo inteligente. Era un gran formador de públicos, pero no convertidos en personas detenidas a una sóla posibilidad, sino que los convertía en sus amigos. Manel le apostó a la riqueza de los sentidos, al ojo, al oído, al paladar, a los oídos, a la piel. Él era un universo de sensibilidades, era una antena sensible aquí en Otraparte: mirando aquí y allá todo lo que pasaba, tratando de comprenderlo, de asumirlo y de integrarlo. Manel se queda aquí en Otraparte. Manel es de estos seres que nunca se irán de Otraparte.”4

La cultura de Manel, y entre el mundo del cine que podría ser muy lindo, pero también peca de erudición cerrada, es una cultura sin mandato, de la amistad y de la pertenencia. La cultura del muchacho que se esconde para ver una película de Luis Buñuel y que termina como integrante de un teatro para compensar la boleta que no pagó. En los cine-foros lo que ocurría era que Dalmau miraba a cada uno porque le parecía cada presencia importante, graciosa, inteligente. Cada vez comprendo más esa mirada que invita, que juega, que da la bienvenida. Esa mirada tan escasa en Medellín. Quisiera aprender a mirar como Manel.

La memoria que deja va a ser más fina y larga que la de hombres exitosos, fuertes y agresivos. Estaba tejiendo guaridas, excavando túneles que llevaban a cielos justos y estrellas ciertas. Deja una estela para hacer menos accidentada nuestra búsqueda y un banquete para sentarnos cuando necesitemos que nos devuelva la mirada para intentar parecernos un poquito a él.

“Siempre hay que tener un rinconcito o una mesa, como la que tenéis en la cocina del Matacandelas, esa mesa con todos los ausentes. A mí me gusta hacerlo y… ¡la cocina no da para tanto! ¡Estoy de chef ocasional para toda esta gente que me falta! Ármate también una mesita de esas, de banquetes. Espero que me invites un día.”5


Por Lukas Jaramillo de i.

Referencias

1 Marta Hincapié
2 Ibid
3 https://www.universocentro.com/NUMERO15/OtrosCentros.aspx
4 Lucía Estrada
5 Manel Dalmau

relacionados

Pioneros

Lukas Jaramillo / Isabel Cifuentes / Dora Echeverría / CAMILA URIBE / Patricia Luli / Estiben Mosquera / Jenner Ocoró / Federico Restrepo / Martha Restrepo / Carolina Hernández / JULIÁN Brolín / Lucía Donadío / Carlos Giraldo / Susana Escobar / Tomás Urbina / Diana Taborda / Shirley Zuluaga / Oswaldo Gómez / juliana Mejía / Piedad Monsalve / Wilmar Botina / Rafael Aubad / Juan Diego Jaramillo / Ingrid Bolívar

red de lugares de la imaginación

ESCRÍBENOS: puerto@casadelasestrategias.com / CONTÁCTANOS: 350668783