Cada que voy a escribir una reseña o crítica pienso qué es lo que realmente la gente necesita leer para acompañar o motivar la comunión con una obra. En este caso empezar diciendo que en Puerto de la Imaginación tenemos dos niveles de curaduría o estamos descubriendo un segundo: el primero es el rigor y el respeto por un público —especialmente puertoimaginantes— qué consiste en algo polémico (que por favor discutamos cuando quieran) no es arte y está crudo, no está terminado, puede ser apenas un ejercicio. El segundo nivel acumula ese filtro que con Marta Hincapié Uribe es casi obvio, pero nos lleva a movilizar, a convocar y a encender toda nuestra solidaridad para abrazar esta obra. Es el caso de Bajo una Lluvia Ajena.
El querido Don Vito (Ricardo) dice que el punk está en todas partes pero el underground hay que rastrearlo. Así que a levantar las antenas y seguir a Marta Hincapié U para ver en un buen teatro Bajo una Lluvia Ajena. Siempre está la posibilidad de una propuesta estruendosa a las afueras de un teatro, ministerio o secretaría para que presenten la película. Y también pagar la boleta. Subsidiar el arte y desvalorizarlo son líneas que los burócratas no entienden.
Ahora aprovecho mi incultura para decirles que parezco una abeja en un tarro desde que ví Bajo una Lluvia Ajena. Es como estar ante cientos de pinturas, pero muy únicas de una poética muy actual de lo cotidiano. Los cielos, un globo, trepar con telas o gracias a las almas. Siempre Marta con esa plasticidad logra captar unas grietas de belleza dolorosa. Marta me contó que trabajó con alguien que se autodenomina ruidista —Jaime Carvajal— y crea una atmosfera maravillosa en la película. También la película está dedicada al amado Manel Dalmau —que hizo cámara—. Tenemos que aprender a leer los créditos porque todo lo importante es colectivo y en red.
La película es sobre migración y yo amo con devoción un náufrago que nos enfrenta a una poesía cosmogónica. Algo parecido me pasa con una abuela hindú y una ceremonia asiática en suelo europeo. Marta desnuda su propia historia y la de su familia con una honestidad descarnada.