Solo tenías que darme la mano

Pilar Gutiérrez Llano - Juliana Correa - La sociedad anónima del sonido

Puerto de la Imaginación

junio 17, 2024

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Se trata de ocho hilos que hacen parte del cosido de dos libros: uno es el relato poético de Pilar Gutiérrez Llano, el otro es la ilustración de Juliana Correa.

Cuando se abre Solo Tenías que Darme la Mano encuentras unos hilos que no se sabe si se van a caer. Da angustia perderlos. Tal vez las telas y los hilos siempre tienen un lenguaje, aunque yo no lo sepa traducir. Me quedé media hora —con insuficiente luz— entendiendo los hilos. Sólo en los últimos tres minutos entendí —siempre con miedo de reventarlos— que buscaba un origen. Se trata de ocho hilos que hacen parte del cosido de dos libros: uno es el relato poético de Pilar Gutiérrez Llano, el otro es la ilustración de Juliana Correa. Pero las costuras no terminan ahí, las costuras de la editorial Tragaluz nos llevan a un trabajo sonoro de La sociedad anónima del sonido: escuchar —en medio de música— a Juliana y a Pilar comentando, hablando de ellas y llegar a otro orden del relato poético.

La ilustración viene en un librillo gemelo cosido a toda la integralidad del objeto, y es tela, hilo, en colores ocres y negros; por ratos una maraña, con ecos vueltos palabras y frases cortas. Hay una sensación de duelo, pero sobre todo de sacralidad. Lo que nos está pasando es importante. No hay pequeñas gestas.

El relato poético se lee de una sola bocanada, pero quizá a la hora hay que volverlo a leer, al día, a la semana, al mes y —por qué no— cada año. Está la trocha, la selva, un ocelote y un faisán; una pluma; las letras, en especial la M; un nido. Hay un hermoso juego —que es también un nuevo instrumento musical— el del teléfono con un hilo y dos vasos
Esta es una obra sobre palabras vueltas voz y voces vueltas ecos. Las palabras nos enredan, nos vinculan, son la soga con la que nos sacan del pozo y la que se deja de sostener al otro lado para dejarnos caer o aventarnos. Leo a una mujer en la expedición de la ruptura amorosa, siento su fuerza, su determinación y su bondad. Hay una soledad que cuando se vuelve onírica tiene las riquezas —de lo vivo y lo muerto— en el infinito; una soledad que no es árida, sino líquida, que lleva a la expansión de ella —hasta no dejar ningún vacío sin piel—.
La obra esclarece que ella es la que emerge, se encuentra y resplandece. Afuera de la obra, en cada lectora o lector se concluirá si ella lo rescata o si renuncia


https://casatragaluz.com/libro/solo-tenias-que-darme-la-mano/  

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